martes, 28 de abril de 2020

Reescritura Microcuentos- En el alba y el atardecer.

Diferentes versiones inspiradas en el primer cuento, En el alba y el atardecer.

SHINRAN
Cuento realista, modificando el punto de vista.

Shinran ya no recordaba sus deberes como lo hacía antes, a las 7 de la mañana, ya no estaba seguro si debía regar las plantas del jardín u orar junto con sus compañeros en el templo, a veces veía su reflejo en el agua de la fuente del jardín, y dudaba si era el mismo el hombre reflejado. Ya no se concentraba como antes, no podía meditar como lo hacía, no sentía el calor abrazador que recorría su cuerpo en tiempos pasados. 
Había comenzado a dudar, de todo. 
Era una tarde lluviosa en  el templo de Wat Laung, en Laos. Los monjes hacían sus últimos quehaceres mientras se acercaba la hora del descanso. 
Shinran se dirigía al pequeño pueblo, que se encontraba a solo una cuadras, donde debía recoger unos encargos para la cena, cuando un niño se tropezó con el y cayó al piso.
El viejo monje permaneció en el suelo, observando al niño que, sin haberse percatado del hecho, corría tras una pelota. Se preguntó cuando había sido la última vez que había corrido de esa manera, que había sentido el viento sobre sus mejillas y la adrenalina sobre sus venas.
Hace días venía acarreando el peso de la insatisfacción. 
Alzó la mirada, allí se encontraba, la colina más alta de Luang Pragan. Cientos de veces había pensado en ella, y en esa carta que había llegado  a su puerta cuando tenía tan solo nueve años, para cambiar por completo el camino de su vida.
Cambió de rumbo y comenzó a subir las escaleras rumbo a la cima. Los minutos pasaban y a Shinran la costaba cada vez más respirar, pero no se detenía. 
¿Por qué le había hecho caso a esa carta? ¿Así era como Alá se comunicaba? ¿Era ese el tan conocido "llamado del cielo"? Y si así era, ¿Por qué no era feliz? 
Entonces las palabras de aquella carta resonaron en su cabeza como bombos, 
"Deberás dirigirte a la colina más alta, y cuando tus ideas tiemblen tanto como tus piernas, pararás de caminar."
Miró a su alrededor, había llegado a la cima. Por el horizonte, vio el atardecer como jamás lo había visto, sintió su calidez, notó sus colores naranja tiñiendo cada rincón, y la despedida de un día que nunca volvería a nacer. 
Era le final más hermoso que jamás había visto. 
Una sombra se vislumbraba a lo lejos, Shinran forzó su vista, y se reconoció. El mismo estaba caminando hacía ese sol perdido, tratando de recoger los últimos pedazos de día, negándose a un adiós, negándose a perder un segundo más de esa vida que ningún sentido había tenido.
Shinran se vió, su cuerpo yacía bajo la colina, sobre las piedras, destrozado por fuera pero nunca tan sano en su interior. 
Había saltado, ahora era libre. 
La carta se había equivocado, su camino no era el de Dios. 

EL SEÑOR SOL 
Género: terror 

He visto a humanos muy ilusos, humanos que viven creyendo que de su vida lograrán hacer algo bueno. Lo peor, es que estos se autodenominan seres pensantes, pero lo único que en realidad han logrado "hacer" de su vida, es sobrevivir. 
Y dentro de esta categoría, la de los sobrevivientes, puedo asegurarte que no son los dominantes ni mucho menos los más astutos, y que hay mucho, mucho más, de lo que ellos proclaman conocer. 
A ti, te ha tocado formar parte de esta especie, pero siéntete afortunado, porque he decidido que será tu última vida entre ellos. 
A lo largo de tu camino, sabrás elegir las mejores palabras, tomar las mejores decisiones y bañar de luz a aquellos que viven en la oscuridad. O eso creerás.
Un atardecer lluvioso, tus pies tomarán el rumbo correcto, como crees que lo han hecho siempre, te dirigirán al cementerio y, cuando llegue la desgraciada noche, comenzarás tu tarea, cavarás y cavarás hasta que llegue el alba, y en esta tumba te acostarás. 
Junto con el nuevo día, arrancará tu nueva vida.
Ahí verás, maldito ignorante, que no hay salida para lo que dentro tuyo hay, y que a veces, los terrores más grandes, las peores pesadillas e incluso los lugares más oscuros, residen y persisten, incluso cuando creemos haberlos tumbado debajo de la tierra, ocultos en la oscuridad.
Ni la mañana más hermosa, ni el sol mas abrazador, ni los rayos más potentes, aunque lo intenten, podrán borrar los trazos de una oscuridad oculta.

Y, maldito ignorante, reparte este mensaje a cada "ser pensante" que en tu vida te topes, así tu desdicha será compartida, y la raza humana, de a poco, exterminada. 
Att: el creador, el Señor Sol. 

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